Cómo la Biodanza entrelaza la sabiduría del cosmos en nuestro verbo
Así como las palabras nos unen como especie también nos desunen. Nos diferencian en razas, credos o dioses debilitando el vínculo con la vida con graves consecuencias para el individuo, la sociedad y el planeta. Trascender estas disimilitudes implica cambiar el paradigma cultural sobre cómo nos hemos relacionados con nosotros y con los demás.
Eugenio Carutti, antropólogo y astrólogo argentino explica:
“La conciencia humana maduró desde nidos aislados. La especie humana se dispersó desde África y anidó en distintos lugares, formando tribus y civilizaciones y tradiciones. La característica de cada una de estas experiencias humanas es que se aisló de las demás. Cada experiencia humana se constituyó en un nido donde crecieron conciencias, experiencias, pero un denominador de todas las civilizaciones es la tendencia al aislamiento, que llevó a que cada tradición profundamente se siente diferente, se siente excepcional, se siente superior a las demás…”
Sin embargo, la paradoja de esta visión viene de la redondez de la Tierra: es imposible que no nos mezclemos, tarde o temprano convergeremos unos con otros superando las diferencias.
Lo vincular impulsa la trascendencia
El efecto que produce en nuestras palabras esos condicionamientos culturales se traduce en limitación verbal. No nos permitirnos experimentar el verbo desde otros puertos como el sentimiento o la intuición. Es desde las conexiones con nuestros inconscientes que se enciende el verbo. Y con auto maestría, el verbo irradia amor y completa los enlaces existentes en simultaneidad con lo que se está creando. Del contacto con nuestro mundo emocional-sentimental-espiritual dependen las palabras. Entre más conexión, más desarrollo verbal.
Si somos las palabras que decimos y si lo que decimos está impregnado de la cultura de separación y destrucción del otro, estamos destinados a cambiar el actual modelo verbal en otro a favor de la vida.
La tarea, por así decirlo, es dejarnos llevar por la sensación de ir más allá de lo conocido para integrar al verbo a la vida asociada con la vida. Lo vincular es lo que nos impulsa a la trascendencia.
José Donoso, escritor.
“Cada palabra es una especie de universo de significado. Al poner dos palabras el universo se multiplica; si son tres palabras el universo se expande aún más, y así casi hasta el infinito”
La creatividad como fuerza cósmica
“Si las condiciones culturales y socioeconómicas son anti-vida, nosotros nos proponemos cambiar este sistema, no con la ayuda de una ideología, sino restableciendo en cada instante, en nuestra vida, las condiciones de nutrición de la vida. No es la consistencia ideológica de una persona lo que interesa, sino su consistencia afectiva y su práctica de movimiento-amor”.
Rolando Toro Araneda.
Para vivenciar ese nuevo paradigma verbal proponemos la Biodanza, sistema afectivo de aprendizaje y transformación emocional para desarrollar competencias a través de la música, el movimiento y situaciones de encuentro, como acceso a los inconscientes personales, colectivos y vitales donde se origina nuestra regeneración celular.
La Biodanza fue creada, desarrollada y conceptualizada por el científico social chileno (educador, antropólogo, psicólogo y poeta) Rolando Toro Araneda (1924-2010). Actualmente está reconocida por sistemas de salud de algunos países y está presente en 35 naciones del mundo, con más de 200 escuelas de formación establecidas en los cinco continentes.
La vivencia es el elemento operativo esencial del sistema Biodanza. A decir de Rolando Toro Araneda es “una experiencia vivida con gran intensidad por un individuo en un lapso de tiempo aquí – ahora (génesis actual), abarcando las funciones emocionales, cenestésicas y orgánicas.”
Las vivencias en Biodanza tienen la virtud de abrir puertas para entrelazar aprendizajes íntegros e indisolubles que manan de nuestras células donde versa la sabiduría del cosmos. Esas experiencias reveladoras de nuestras vidas afloran de improviso y sin control intelectual por nuestras bocas. Biodanza nos invita entrar a las cavernas del límbico donde danzan las palabras del decir con-movedor, que trascienden al tiempo para consubstanciarnos con todo lo que somos. Para luego, manifestarse en nuestro verbo.
El poeta uruguayo Clemente Padín, especialista en poesía visual, dice que “El lenguaje, no solamente sirve para comunicarnos, sino que también tiene propiedades físicas, tiene formas que se pueden ver: signos, letras, palabras. Y también tiene una formulación sonora. Esas formas expresivas adyacentes, digamos, a la finalidad fundamental que es la referencia semántica verbal. Pero no dejan de ser formas expresivas que, por cierto, han existido desde siempre: la visualidad y la sonoridad”.
Biodanza estimula la creatividad como fuerza cósmica expresada en la simultaneidad de ser al mismo tiempo el mensaje, la criatura y el creador. “Y dicho de una manera aún más radical, nuestra grandeza es nuestra vida. Tenemos, por lo tanto, que abandonar los tradicionales enfoques de la psicología de la creatividad, para entrar de lleno en la narrativa de lo extraordinario” (Rolando Toro Araneda) que, además, es tan fisiológico como el acto de parir.
Cuando vivenciamos relaciones afectivas con nosotros y con la vida toda, ampliamos capacidades para percibir, aceptar, entender, regular e integrar nuestras emociones. Rolando Toro Araneda utiliza el término de inteligencia afectiva para referirse a la inteligencia puesta al servicio del amor, de la felicidad y de la alegría de vivir.
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Sobre la autora, Sonia Pirona Salazar
En esta nueva danza-palabra de mi vida, comienzo una nueva era de promoción de mi trabajo como Profesora de Biodanza y como acompañante de escritura.
Bellísima tu inspiración SOCIA: Te abrazo.